“Siempre serás prisionero mientras te importe lo que otros opinen” nos dijeron una y otra vez.
Y ahora que está aprendido, nos damos cuenta de que una marca no juega exactamente bajo las mismas normas. Ofrece servicios para un público al que nos debemos, y será mejor que tengamos los oídos bien abiertos para saber qué dicen de nosotros.
Y es que a todos nos gusta que nos quieran, pero todavía más como marca; quizá porque si no nos quieren, desaparecemos. Así que como con libro y espejo en mano, nos esforzamos en crear nuestra mejor versión, tanto por dentro, como por fuera.
Para ello conviene que tengamos claras la diferencia entre imagen e identidad corporativa, que aunque primas hermanas, son un poco traicioneras y tienen gran diferencia. Así que más nos vale saber por qué.
Y es que a todos nos gusta que nos quieran, pero todavía más como marca; quizá porque si no nos quieren, desaparecemos.
La imagen corporativa es la percepción de una marca por parte de los usuarios. Es subjetiva, es el “lo que piensan de nosotros” y es nuestro trabajo conseguir que coincida con “lo que queremos que piensen de nosotros”. Se refiere a la imagen mental que las personas tienen de la compañía, y está influida por:
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- El mensaje que lanzamos: en cuerpo de diseño, tono y comunicación.
- Nuestro marketing y acciones publicitarias.
- La calidad y el coste de nuestro producto. Un precio elevado, por ejemplo, nos lleva, inconscientemente, a asociar a la marca con un buen servicio.
La identidad corporativa, por otro lado, es lo que somos objetivamente. Es nuestra carta de presentación, la cara que enseñamos al mundo — con facciones como — :
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- Las características, valores y creencias que nos identifican y nos hacen diferentes.
- Nuestro logo, colores, tipografías, nuestra trama…
- Los usos y las aplicaciones correctas de todo lo anterior.
Básicamente nuestro ADN con todos los recursos gráficos que lo materializan.
Una vez desarrollada acudiremos a, posiblemente, uno de los recursos más importantes del branding: el manual corporativo.
Este manual recoge con detalle esa identidad corporativa en la que tanto hemos trabajado. Para hacernos una idea, es algo así como la biblia a un cristiano; o como aquel buen amigo al que siempre acudimos para que nos recuerde quién somos.
Gracias a estos parámetros, la marca mantendrá coherencia en el tiempo y en los diferentes soportes y medios. Así, si englobamos una gran variedad de servicios, podremos asociarlos entre ellos casi sin darnos cuenta gracias a este punto de referencia. ¿Alguna vez has conocido a una familia muy, muy grande cuyos miembros son muy, muy diferentes? Pues si te fijas de cerca, todos lucen las mismas orejas grandotas y doblan los calcetines igual.
Y sí, puede que hace tiempo que aceptamos que lo que somos, lo que creemos que somos y lo que nuestra madre cree que somos pocas veces coincide, pero nuestra marca es especial y queremos cuidarla como a un bebé, por eso te lanzamos un reto desde aquí: vamos a intentar conseguir que nuestra imagen e identidad corporativas sí sean iguales.